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DEFENSORES DE OVIEDO

Si entraba el enemigo, no íbamos a vivir ninguno

Si entraba el enemigo, no íbamos a vivir ninguno

La Voz de Asturias 22/07/2011

A sus 88 años Fermín Alonso Sádaba (Menorca, 1923), lleva a gala ser el “más joven defensor de Oviedo” durante la Guerra Civil, “aunque algunos lo duden”, matiza. Y para aclararlo, saca de su cartera y muestra un documento que reconoce su participación en la defensa de la capital asturiana. Desde hace unos 15 años, Alonso Sádaba preside la Hermandad de Defensores de Oviedo que dispone de abundante documentación, un amplio archivo fotográfico sobre la Guerra Civil en la capital asturiana y que además custodia el fajín de general de Aranda.

 

¿Se unió usted a sus tropas de inmediato?

Nosotros éramos de Acción Católica de la iglesia de La Corte y tras las elecciones de febrero de 1936, los pioneros de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) nos hacían la vida imposible solo porque íbamos a misa. Cuando se habla de la Guerra Civil hay que ponerse en 1934 cuando hubo un golpe marxista contra la República y el orden legal establecido. En ocho días Oviedo vivió una tragedia peor que en el 36. Los militares se levantaron el día 19 de julio y yo, pensando lo que habíamos pasado en el 34, me uní a ellos al día siguiente para salvar la vida. No hubo más remedio.

 

Hay quien dice que sin golpe militar la II República no hubiera muerto.

Si el movimiento hubiera durado dos o tres meses hubiera seguido. Lo único que yo no comprendí fue por qué la República iba contra la religión católica, ni tampoco el cambio de la bandera ¿Por qué pusieron lo morado? Siempre fue roja y gualda.

 

¿Qué significó el asedio de Oviedo dentro de un conflicto bélico como la Guerra Civil Española?

La Gesta de Oviedo fue la más importante aunque no se le de toda la que tuvo. Aquí se ganó la guerra. Hicimos frente a más de 15.000 o 20.000 milicianos. Si ellos llegan a tomar la ciudad, esos efectivos hubieran salido a ocupar Galicia o Castilla. Además los mineros asturianos, con lo del 34, eran el coco en España.

 

¿Cómo era el día a día de la situación en Oviedo hasta que entran las columnas gallegas en octubre del 36?

Se pasaron muchas penalidades y ahí la población civil se portó muy bien, las mujeres se portaron como nadie y cuando se abrieron los hospitales estuvieron allí como enfermeras y hacían la comida para el frente en sus casas. Se empezó con unos 3.300 hombres defendiendo Oviedo y al final no llegamos a 400.

 

¿Cómo fue posible evitar que un ejército más numeroso tomase la capital asturiana?

Aranda fue el número uno de la escuela del Ejército y lo preparó muy bien. Nadie comprende como defendió la ciudad con tan poca gente. Después del 34 Aranda sabía como defender Oviedo y lo hizo muy bien.

 

Entonces, ¿cuál fue la clave?

Todo el mundo luchaba por salvar su vida. Sabíamos que si entraba el enemigo, nos lo habían dicho por el parapeto, no íbamos a vivir ninguno. En Oviedo la vida se hacía en los sótanos a causa de los bombardeos de la población. Cuando los regulares aparecieron por el Naranco aquello fue una emoción enorme para todos y la gente salió de los sótanos.

 

¿En qué zonas le tocó combatir?

Estuve mucho en las escuelas de El Postigo ayudando. Estuve en el Batallón de Ladreda y en Falange. Los flechas, que teníamos entre 13 y 15 años , tuvimos que ayudar y al final ya estábamos con las armas porque no había gente suficiente. Los enlaces fuimos muy importantes porque éramos los que llevábamos los partes entre los cuarteles generales y las posiciones y las contraseñas que se daban todos los días.

 

¿Cambiaron mucho las cosas tras abrirse el pasillo de Grado?

Era distinto. Prestaron camiones y mucha gente ya pudo salir y también pudieron entrar víveres en Oviedo porque al final del asedio ya no había casi nada.

 

¿Qué fue lo más duro?

Fue terrible todo: los bombardeos, la artillería... Nos tenían cosidos por todos lados. Desde San Pedro de los Arcos enfilaban la calle Uría con las ametralladoras y tenías que cruzarla a todo correr porque sino podías quedar allí. En febrero del 37 hubo un gran ataque que fue la hecatombe. Pero se aguantó. Empezó el 21 y el 23 bombardearon el hospital.

 

75 años después, ¿Piensa que la guerra fue inevitable?

Los días antes de la guerra eran terribles. Los militares se dieron cuenta que España iba ser una colonia soviética. La guerra fue inevitable y si no hubieran sido los militares los que se levantaron, hubiera habido otra revolución como la del 34.

 

¿Hay que recordar la guerra para que no se repita algo así?

Nada más. Lo peor que puede haber en el mundo es una guerra civil. A mi me mataron a dos hermanos, uno de 17 años en Oviedo y otro de 22 en Castellón. Fue horrible, hermanos contra hermanos, porque al fin y al cabo éramos todos españoles. Los milicianos republicanos fueron tan valientes como nosotros.

 

En esa guerra de posiciones que se vivió entorno a Oviedo, ¿había contacto con los del otro bando?

Se hablaba con ellos porque los parapetos estaban muy cerca unos de otros. Algunos preguntaban por sus familiares, que estaban en Oviedo.

 

¿Tienen derecho los descendientes de los republicanos desaparecidos a recuperar los cadáveres que siguen en las cunetas?

Siempre se estuvo a favor de eso. El Valle de los Caídos se hizo para la reconciliación y ahí está gente enterrada de los dos bandos.

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