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DEFENSORES DE OVIEDO

El heroísmo de los defensores del Simancas (2)

El heroísmo de los defensores del Simancas (2)

A partir de entones la situación se hizo aún más confusa. El coronel Pinilla cambió impresiones con algunos mandos y se tomó la decisión de intentar forzar el cerco y dirigirse a Oviedo. Se repartió entre los soldados el equipo de marcha, cincuenta cartuchos, latas de conserva, tabaco, cantimplora y manta. Se cargó en algunas de las caballerías otro material y se intentó destruir todo el armamento que no se podía llevar.

A las cinco, unos cinco soldados se descolgaron por las ventanas que había frente a la carretera de Ceares y se desparramaron por el jardín: "¡No tirar, no tirar, que son soldados!". Siguieron saliendo soldados con los brazos en alto. También heridos. De repente, desde la puerta principal del Simancas se inició lo que la prensa republicana de Gijón calificó de «ofensiva terrible. Bombas, morteros, fusilería». Eran los oficiales que salían disparando. Desde el exterior fue rechazado su intento de salida, y el fuego de todas las armas se concentró sobre ellos. Los milicianos respondieron con el asalto en masa al cuartel, lo que dio inicio a una terrible lucha que, en algunos casos, se libró cuerpo a cuerpo. A partir de ese momento se debió de desencadenar una auténtica matanza. De los oficiales sólo quedaron con vida el teniente de navío Ángel Riva Suardíaz, que estaba herido y fue salvado por un miliciano de Gijón y un anarquista, según su propio relato; el capitán del cuerpo jurídico Juan Lázaro Fernández, el capitán médico Soutullo, el alférez de Infantería Felipe Campos y el capitán Hernández del Castillo, que estaba arrestado. El resto fueron muertos allí mismo o fusilados en la playa, y lo mismo ocurrió con un buen número de suboficiales.

En total, según algunos recuentos, entre los dos cuarteles gijoneses resultaron muertos un coronel, dos tenientes coroneles, cinco comandantes, catorce capitanes, un teniente de navío, diecisiete tenientes, siete alféreces, nueve brigadas, un maestro herrador, veintiún sargentos, veinticinco cabos, seis guardias civiles y, al menos, veinte soldados, incluidos en estos números los fusilados posteriormente. Las pérdidas por parte republicana fueron también cuantiosas.

En el incendio del Simancas se perdió también para siempre la colección de dibujos reunida por Gaspar Melchor de Jovellanos, y donada por éste al Real Instituto Asturiano, luego Instituto Jovellanos, razón por la que se hallaban en el antiguo colegio de jesuitas, así como un gran número de manuscritos y documentos históricos.

El final del cuartel de Simancas fue silenciado por la propaganda del bando nacional. La prensa de Oviedo dejó, sin ninguna explicación, de dar noticias de los cuarteles de Gijón. En medio de la guerra, reconocer la caída del cuartel en poder de los republicanos dañaba la moral propia, a diferencia de lo que había ocurrido con otros importantes asedios, como el del alcázar de Toledo o el del santuario de Santa María de la Cabeza, que al conseguir resistir habían sido ampliamente explotados como ejemplos. Por eso la calificada de «gesta del Simancas» no se empezó a divulgar de forma propagandística por el bando nacional hasta el final de la guerra en Asturias.

Fue entonces cuando se aireó como prueba de la heroicidad suprema de los defensores del Simancas un supuesto mensaje que el coronel Pinilla habría ordenado enviar al crucero Cervera, cuando ya los milicianos habían entrado: «El enemigo está dentro. ¡Disparad sobre nosotros!». Al que desde el crucero respondieron: «Recibido despacho. Démelo cifrado». Para finalmente replicar desde el Simancas: «No hay tiempo de cifrar».

El asunto no deja de ser una mera anécdota, pues, sea cierto o no, en nada cambia los hechos, ni sube ni baja ningún grado la tenacidad en la resistencia que sus defensores mostraron hasta el final, recompensada por el mando nacional con la cruz laureada de San Fernando a título colectivo y con la individual al coronel Pinilla y al teniente de navío Ángel Riva, la máxima distinción militar en cuanto al valor.

 

Diario La Nueva España 29/08/2011

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