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DEFENSORES DE OVIEDO

La Falange en la defensa de Oviedo

La Falange en la defensa de Oviedo

Diseminada en el ámbito asturiano, perseguida y encarcelados muchos de sus jefes, la Falange Asturiana seguía, inasequible al desaliento, realizando aquella misión que los elementos rectores del levantamiento en ciernes con gran acucio la encomendaban: mover la opinión, levantar los espíritus, hacer patente a las gentes timoratas que nada es imposible cuando el amor a España inflama los corazones y el espíritu de sacrificio manda sobre el egoísmo. Y en esta tarea, que en los últimos días realizaban las escuadras aisladamente, sin conexión, dejándose llevar sólo de su ímpetu, sobrevino el Movimiento Nacional.

De la desorientación que reinaba en la capital asturiana no vamos a decir nada, pues son centenares de camaradas, todavía, los que pueden certificar acerca del particular. Rebosantes de inquietud, de afán de hacer algo, los escuadristas permanecían en pequeños grupos recogidos aquí y allí en las viviendas, establecimientos y locales más heterogéneos que pueda uno imaginarse... Cuando a la caída de la tarde la voz de Aranda se expande por las ondas de la radio llamando a la lucha por la Patria y a la defensa de Oviedo, la Falange como un solo hombre respondió al toque de clarín y el Cuartel de Santa Clara, el de Pelayo, el de la Guardia Civil y el de Artillería, fueron testigos de la rápida concentración. Se carecía de mandos, no existía organización; faltaba quien ordenase y no había instrucción para el encuadramiento. Pero se tenía una clara noción del deber, un ferviente deseo de ofrecer sangre y vida en defensa de España y el pensamiento fue, dentro de aquel desorden, uno: presentarse, empuñar el fusil y luchar.

Pensar en reorganizar aquel generoso aluvión hubiera sido absurdo. El tiempo apremiaba y era preciso ocupar con urgencia las posiciones tras de las cuales había de emprenderse aquella misma noche la defensa de la ciudad. Por eso inmediatamente se adoptó el sensato acuerdo de dejar los grupos falangistas en los lugares de concentración y nutrir con camisas azules las respectivas unidades, harto mermadas en aquella ocasión.

Y a base de falangistas se completaron rápidamente aquellas compañías de choque que luego fueron modelo de entusiasmo, de abnegación y heroísmo.

¿Quién no recuerda las unidades del Milán mandadas por Bruzo y Sánchez Herrero? ¿Y las cuarenta y dos, dieciocho y undécima de Asalto, al mando del Comandante Caballero? Los falangistas formaron en ellas en proporción que llegó en muchas ocasiones al cincuenta por ciento, nutriendo sin desmayos los huecos que a lo largo del cerco iba abriendo en las filas la metralla del enemigo.

En estas unidades quedaron ya muchos hasta la liberación de Asturias.

Otros pasaron luego a los batallones voluntarios y éstos formaron aquel primer grupo netamente falangista que fue la alegre “Harca”. Y más tarde, roto ya el cerco, con los supervivientes del sangriento octubre, la Falange, bajo la jefatura del camarada Rafael Arias de Velasco, encuadra todos sus elementos, forma sus unidades y en los crueles combates de febrero se cubre de gloria luchando codo a codo con las demás fuerzas del Ejército Nacional. De todos los pueblos de la Asturias entonces liberada acudió la juventud falangista, y en Oviedo no faltan ya camisas azules, resaltando sobre la parda tierra de los parapetos. A uno que cae dos le sustituyen y el espíritu de José Antonio impera en las duras jornadas en un alegre e inquebrantable propósito de vencer o morir en la contienda. Ejemplo de valor y sacrificio nos lo ofreció, por ejemplo, aquella magnífica falange de Boal que hubo de entrar en fuego apenas puesto el pie en la ciudad y cuando la lucha se hallaba en los momentos más difícilmente terribles.

No es posible hoy reconstituir punto por punto el historial del comportamiento falangista en la defensa de la capital de Asturias. En aquel entonces se pensaba más en luchar que en escribir, se daba todo al servicio de la Patria y no quedaba nada para el cuidado de anotar méritos y dejar constancia escrita de hechos gloriosos. Se cumplía alegremente con un deber de buen español y no se daba importancia al sacrificio que el cumplimiento del servicio imponía.

Por ello, al tratar de resumir en unas contadas cuartillas el pasado hay que apelar a la memoria y ésta falla, confunde, mezcla cosas, no precisa fechas y expone a lamentables omisiones.

Agregaremos, pues, a lo dicho que la Falange, en la juventud y edad madura, se confundían en una espiritual generación, estuvo siempre presente en todos los aconteceres del frente de Oviedo, bien cerrada en el cuadro de sus milicias, bien inyectada en las demás unidades del Ejército regular. Estuvo siempre presente y podemos asegurar que en todo el cinturón defensivo no hay una pulgada de tierra que no haya sido regada por sangre de quien llevaba en el pecho con orgullo el yugo y las flechas. El Campón, Casas Fuertes... fueron testigos de un comportamiento insuperable. Y con orgullo consignamos la frase de uno de los altos mandos de la ciudad cuando, en aquellos angustiosos momentos de la ofensiva de febrero, alguien susurró el nombre de una posición sobre la que se enconaban entonces las embestidas del adversario: “esa no me preocupa; allí están los falangistas”

No creemos que en menos palabras pueda decirse nada más encomiástico, nada que exprese mejor la seguridad de un jefe en las fuerzas a las que se había encomendado la defensa de un puesto que, como todos los que rodeaban la población, era clave de victoria o derrota.

Con los cuadros de los falangistas defensores de Oviedo se formaron más tarde las tres banderas asturianas: Oviedo, Asturias y Gijón, que a lo largo de la guerra de liberación fueron jalonando con su bravura los avances de la reconquista.

Alternando con la lucha, dejando en los momentos de calma el fusil sobre el parapeto, la Falange fue durante el asedio montando su organización, sus servicios. En pleno cerco lanzó a la calle los primeros números de su órgano provincial, del que un periodista extranjero escribió en una de sus crónicas a un diario italiano: «Es el primer caso que me encuentro en mi peregrinar por el mundo. Generalmente los periódicos se confeccionan en la retaguardia para llevar la confianza y el espíritu de lucha a la vanguardia. Aquí, en Oviedo, el diario de la Falange se redacta y confecciona en primera línea, apenas a cien pasos del enemigo, y es el que lleva la confianza y la tranquilidad a la retaguardia de los pueblos asturianos ya unidos a la España Nacional»

Esta alternada labor de las armas y la organización hizo que al derrumbarse el frente en Asturias, la Falange pudiese hacer inmediatamente acto de presencia en toda la región, realizando una intensa labor de proselitismo, llevando hasta los más apartados rincones sus servicios y dando nacimiento a una obra que no tardó en cuajar en espléndida realidad.

Al conmemorar un aniversario más de aquella fecha en que Oviedo sufrió su mayor angustia y su mayor alegría, su momento difícil y su liberación, las milicias de la Falange, los supervivientes de la épica gesta, abren de nuevo sus brazos para estrechar en ellos con la cordialidad misma de entonces a todos los compañeros de lucha de las distintas unidades que hoy llevan con justicia en sus mangas las insignias de la laureada colectiva de San Fernando.

 

(Revista “Oviedo invicto y heróico, 50 aniversario de su liberación”. HDO)

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