Los últimos días del cerco de Oviedo. 4 a 17 de Octubre de 1936
La epopeya del sitio y defensa de Oviedo entra en la fase más dura, en el ataque definitivo a partir del 4 de octubre. El asalto directo, feroz, continuo, empieza en la madrugada del día 4.
Diez baterías tiran con precisión, corrigen el tiro perfectamente y van destruyendo la ciudad. Este ataque sorprende al Coronel Aranda con una gran fatiga de sus tropas, gran número de heridos y enfermos y una disminución inquietante de las existencias de proyectiles. Las posibilidades ofensivas rojas han aumentado notablemente. Si las Columnas Gallegas no llegan a tiempo, los días de la ciudad están contados. Pero las tropas resistirían hasta el último aliento, como habían hecho en el Cuartel de Simancas.
DIA 4.- De madrugada el ataque es violentísimo sobre el Bosque, Loma de la Manjoya y puestos de Pando y Catalanes hasta la fábrica de electricidad de El Fresno, acompañados de seis blindados provistos de cañón y ametralladora, que es rechazado después de furiosos contraataques. Al mismo tiempo los rojos atacan las posiciones de la loma del Canto y su posición avanzada de la Cruz, siendo rechazados.
DIA 5 .- El enemigo ataca La Manjoya y el caserío de las Cruces. La aviación roja continúa su intenso bombardeo.
DIA 6.- Los rojos atacan la posición del Canto, guarnecida por guardias de Asalto y Guardia Civil, junto a una compañía de Infantería. Durante todo el día se combate duramente, conservándose la posición. Las bajas son enormes y son repuestas por la noche con elementos de los servicios auxiliares. El bombardeo es continuo de la aviación y artillería. La población civil está recluida en los sótanos con difícil alimentación y con gran número de enfermos.
DIA 7.- Sigue el ataque a la posición del canto concentrando sobre él toda la artillería que entierra materialmente a los defensores. Se rechazan los ataques y se conserva la posición. Las bajas son cuantiosas y solo se pueden reponer parcialmente con paisanos pertenecientes al Batallón de Oviedo, guardias municipales, conductores de camiones, etc. Las posiciones de Abuli sufren un fuerte ataque, que es rechazado.
DIA 8.- Los rojos acumulan enorme cantidad de fuerzas sobre la posición del Canto, ya destruida, que la rebasan por su flanco izquierdo, caserío de Solises y casas de Vallobín en la que se realizó una heróica defensa. Se logra conservarla, pero ante la imposibilidad de cubrir ni una sola de las bajas habidas, se ordena la retirada a la posición de San Pedro de los Arcos, trasformador del Naranco y la Cárcel.
DIA 9.- Ante la retirada de la posición del Canto y la acumulación del enemigo en La Manjoya y Las Canteras, es necesario ordenar la evacuación del Campón y Depósito de aguas a la línea del Asilo de El Fresno - Plaza de Toros, lo que se realiza por la noche por sorpresa. En el barrio de La Argañosa sigue la filtración enemiga, combatiéndose a la desesperada en las casas que van incendiando o volando a medida que penetran los rojos. El gran número de bajas obliga a avanzar a algunos voluntarios de segunda línea hasta los puestos más debilitados de la primera. Se agotan las municiones y las fuerzas están extenuadas por falta de relevo.
DIA I0.- El enemigo vuelve a atacar El Fresno y Catalanes, llegando hasta La Malatería y barrio de San Lázaro, donde el combate es durísimo. Al estar amenazado el Cementerio de San Esteban de las Cruces, se ordena el repliegue hasta el Caño del Águila y la línea de Villafría, con gran número de bajas y la tropa completamente agotada. El enemigo atacó nuevamente las líneas de La Argañosa, Plaza de Toros y Buenavista, siendo enérgicamente rechazados.
DIA 11.- Los rojos atacan los puestos del Caño del Águila y Villafría, que se sostienen difícilmente por el gran número de bajas. Se aprovecha la noche para abastecer los puestos. En previsión de nuevos ataques se empieza a construir en el interior de la población reductos de resistencia. Solo quedan cien mil cartuchos para toda la guarnición.
DIA 12.- Las fuerzas enemigas atacan desde la Loma de canto a la posición de San Pedro de Los Arcos y, desde el Cementerio, sobre el Caño del Águila y Villafría, con grandes masas que avanzan a pesar de las cuantiosas pérdidas que se le ocasionan y a fuerza de relevos. No queda ya ni un solo hombre en la segunda línea, ni municiones de ametralladora y el combate es a corta distancia a base de fuego de fusil y gran empleo de bombas de dinamita fabricadas en la Fábrica de Armas de La Vega. Se ordena a todos mantenerse en sus puestos hasta el límite. Cuando la artillería roja deshaga una casa, sus defensores pasarán a la siguiente, sin pedir relevo. Viendo el coronel Aranda batidos sus nidos de ametralladoras por un intensísimo fuego artillero, reducidos sus efectivos a medio millar de hombres a consecuencia de las bajas y de las enfermedades, tuvo que abandonar la línea de resistencia que desde el primer momento venía manteniendo y se replegó a las mismas casas de la ciudad, excepto La Cadellada que se repliega a la Finca de Velarde, y Pando que se conserva íntegramente.
DIA 13,- Los rojos atacan violentamente la Estación del Norte y Casa de Ceñal, en el frente Norte, y la Plaza de América en el Noroeste, utilizando artillería y aviación para producir incendios que obliguen a retroceder a las fuerzas defensoras.
DIA I4.- Los ataques disminuyen algo, que sirve para enlazar los puestos y se levantan barricadas por todas partes, evitando que el enemigo entre en la población. La Aviación Nacional arroja sobre el Campo de San Francisco 30.000 cartuchos de fusil, doce proyectiles de cañón y material de curas.
DIA 15.- El enemigo realiza violentos ataques con carros blindados en el frente Sur, desde Las Adoratrices a Santo Domingo, que son rechazados. Trata de infiltrarse en el Campo de San Francisco, lo que se impide con un gran contraataque.
DIA 16.- Las tropas rojas penetran en el barrio de San Lázaro hacia la puerta Nueva. Para detener el avance se incendian parte de las casas del barrio del Campillín, a cuyos resplandores los defensores ametrallan a los atacantes rojos, que se retiran hacia el matadero Viejo, consiguiéndose que no penetren en la población. Por parte y parte son numerosísimas las bajas. La resistencia parece imposible para abarcar todo el perímetro del cerco. Solo quedan 500 hombres útiles, contando con los convalecientes, enfermos y heridos leves. Pero el espíritu es excelente, dispuestos a todo, a morir luchando.
El Generalísimo Franco, advertido de que Oviedo no podía resistir más, había enviado una Bandera de La Legión y cuatro unidades de Regulares. En ese instante el coronel Aranda había enviado el siguiente mensaje: “YA NO NOS QUEDA MAS QUE MORIR COMO ESPAÑOLES”
Y a la muerte se preparaban los defensores de Oviedo, cuando en la noche del 16 al 17 empezó a oírse un tiroteo, cada vez más próximo. Era el de las columnas Gallegas que trataban de dominar el Monte Naranco.
DIA 17.- Acude la aviación nacional desde muy temprano, con una gran eficacia y se observa la evacuación de los rojos del Naranco, por donde, poco después, aparecen las fuerzas marroquíes. Sobre las 6,30 de la tarde, con una niebla muy densa, desde la posición de La Argañosa, se avista la presencia de un grupo de hombres armados que dicen pertenecer a las fuerzas nacionales. Se ordena sean identificados y, con grandes precauciones, así se hace y se puede comprobar que pertenecen a la avanzadilla de las columnas Gallegas al mando del Teniente Coronel Teijeiro. Se les da el paso libre y llegan a la Calle Uría, donde son recibidos con gran júbilo.
Los sufrimientos y sacrificios de los defensores de Oviedo, sobre todo desde el día 4 al 17 de octubre de 1936, fueron inmensos. Los ataques fueron continuos. Los efectivos rojos eran relevados continuamente y las posiciones nacionales eran reducidas a escombros antes del asalto. Los de los nacionales disminuían vertiginosamente debido a las bajas habidas y sin posibilidad de relevarlas.
Al atardecer del día 17, en la Calle Uría, esperaba al coronel Martín Alonso el ya General Aranda. Los dos jefes se abrazaron emocionadamente durante un rato. Apenas sus labios podían pronunciar palabra. Los combatientes y la población civil que los contemplaban prorrumpieron en víctores, cánticos y otras muestras de la inmensa alegría que sentían. El coronel Martín Alonso, con 1.800 hombres, daba cuenta del sitio que Oviedo había padecido durante tres meses.
Durante los 90 días de asedio, Aranda se había defendido con solo tres mil quinientos hombres. El día 17 de octubre de 1936, los defensores no pasaban de quinientos los aptos para seguir la defensa. La aviación roja realizó 1.300 bombardeos y lanzó, en un solo día, mil quinientas bombas. Millares y millares de granadas de cañón cayeron sobre la ciudad y destruyeron gran parte de Oviedo.
La técnica, el coraje, el sentido moral de la guerra, el patriotismo, el mando superior bien ligado con el subalterno, había vencido y destruido el alud de las masas rojas, muy superiores en número y dotadas de toda clase de medios. Ni la aviación, ni la artillería, ni los camiones blindados, ni la dinamita, ni las grandes masas de combatientes marxistas, pudieron con los defensores de Oviedo. Los rojos habían sufrido uno de los desastres más importantes de toda la campaña, y esto iba a marcar el signo de la derrota definitiva de Asturias en Octubre de 1937.
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