Blogia
DEFENSORES DE OVIEDO

El levantamiento del cerco de Oviedo

El levantamiento del cerco de Oviedo

Octubre de 1936. Las columnas gallegas

Con los restos de los tabores de Regulares de Ceuta y Tetuán se organiza una Agrupación al mando del comandante Gallegos, que en las primeras horas de la madrugada emprende la marcha con el fin de ocupar las alturas de la Sierra del Naranco, por sorpresa. El resto de la columna se dispone a continuar el avance al amanecer, cruzando el río Nora, pero la intensa niebla impide iniciar la marcha hasta las once horas, momento en que disponiéndose de la visibilidad necesaria se efectúa una preparación artillera sobre el lugar de Loriana, en donde el enemigo ofrece resistencia.

Iniciado el avance con la unidad de Voluntarios de Orense, fuerzas de Asalto de La Coruña, y una compañía de Voluntarios de Puentedeume (La Coruña) recién incorporada, se encuentra fuerte resistencia enemiga al alcanzar el lugar de Gallegos, resultando herido el jefe de esta vanguardia, capitán de infantería Pérez López, siendo sustituído por el capitán de la misma arma, habilitado de comandante, don Jacobo López García, que consigue vadear el río Nora y, tras un avance por el Norte y el Sur de Loriana, logra que el enemigo abandone sus posiciones del pueblo, ante el temor de ver cortada su retirada, ocupándose dicho lugar con escasas bajas.

Como el objetivo señalado a dicha vanguardia era la ocupación de Loriana y esperar órdenes, el jefe de la vanguardia da cuenta al de la columna, Teniente Coronel Teijeiro, de haber cumplido su misión y solicita autorización para continuar el avance, por estimar que el enemigo no ha de ofrecer resistencia al haberse retirado desmoralizado.

La llegada a Loriana de una compañía de Regulares de Alhucemas y la presencia de las banderas nacionales en las alturas occidentales del Naranco, que indican el avance de la Agrupación del Comandante Gallegos, deciden al Comandante habilitado López García a continuar el avance todo lo posible antes de que el enemigo pueda rehacerse, y dejando en Loriana la compañía de Regulares mencionada, va ocupando en saltos sucesivos las estribaciones del Naranco, hasta el lugar de Villamar, sufriendo ligero paqueo del flanco izquierdo, que es anulado con reconocimiento de patrullas, que hacen un prisionero, el cual manifiesta que el enemigo, dispersado y desmoralizado, se repliega a las líneas de Oviedo.

En Villamar los naturales informan que desde ese lugar la entrada en Oviedo ha de hacerse cruzando el barrio de La Argañosa, en poder de los rojos. Oviedo está a la vista y en un último asalto puede intentarse establecer enlace con las fuerzas defensoras de la ciudad, pero quedan pocos minutos de luz y se ignora la resistencia que puede oponer el enemigo, principalmente en La Argañosa. No se ha conseguido comunicación alguna del mando y las fuerzas de la columna del Teniente Coronel Teijeiro parece que han detenido el avance. En vista de que la orden del Capitán General de la 8ª Región, comunicada por el Coronel Martín Alonso en Cuero, el día 6 de Octubre, la víspera de iniciarse el avance final sobre Oviedo, exigía un máximo esfuerzo para enlazar con la mayor urgencia con las tropas defensoras de la ciudad, decide al Comandante López García a continuar el avance.

Existiendo en las proximidades de Villamar una loma trapezoidal perpendicular a la dirección del avance (Loma Pando), que ofrece excelentes condiciones de defensa, es ocupada por una sección (50 hombres) cuyo jefe es advertido de que si por la resistencia enemiga no se consigue entrar en Oviedo, el resto de la vanguardia (250 hombres) se replegará sobre dicha posición, dándose una consigna para el reconocimiento de las tropas, por si se lleva a cabo dicho repliegue.

Se continúa el avance y al aproximarse las tropas de Asalto de La Coruña, que vqan en vanguardia, a las primeras casas del barrio de La Argañosa, se empieza a sentir intenso fuego enemigo, principalmente del flanco derecho (Depósito de Agua de Oviedo), lo que hace penoso el avance, pues obliga a cruzar los frecuentes claros existentes entre los edificios individualmente, bajo un fuego intenso de armas automáticas que baten la carretera. Al propio tiempo es necesario anular la resistencia opuesta por pequeños grupos en algunos edificios y una infiltración por la línea del ferrocarril, que es aniquilada.

Al fin, se llega a la entrada de la calle de Uría, que está cerrada con un parapeto de sacos terreros y, al aproximarse las tropas nacionales, son recibidas con intenso fuego desde los edificios, lo que hace sospechar que la resistencia proceda de las fuerzas rojas. Se dan gritos de ¡Viva España! y ¡Arriba España! con lo que se consigue el cese del fuego. Desde uno de los edificios de donde ha partido el fuego se pide que avance el jefe de las fuerzas, lo que hace el Comandante López García acompañado de dos guardias de Asalto, cruzando la plaza que los separa hasta el parapeto de sacos terreros, en donde es recibido por dos oficiales que visten mono azul y demuestran desconfianza al contestar el Comandante López García a la pregunta de uno de ellos sobre qué tropas son las que conduce, que se trata de la vanguardia de las fuerzas gallegas, compuestas por voluntarios y tropas de Asalto (no figura ninguna unidad regular). Por otra parte, el citado Comandante ostenta la insignia de la habilitación de su empleo sobre el rectángulo rojo (así se dispuso para las primeras habilitaciones). Por ello es conducido a la presencia del jefe del Sector, en donde se aclara la situación, consiguiendo ponerse al habla con el Coronel Aranda, jefe de las tropas defensoras de la ciudad, el cual dispone que, con las precauciones debidas, pues ya la oscuridad se ha hecho completa, entren las tropas que han quedado detenidas fuera del recinto.

El contacto se establece a las 18,30 horas y, recibida la pequeña columna por el propio Coronel Aranda, éste felicita al Comandante López García y le manifiesta, al conocer los efectivos que conduce, que esa noche pueden sentirse tranquilos. Y al observar la extrañeza de dicho Comandante, le hace presente que en esos momentos sólo dispone escasamente de 30 hombres para acudir a cualquier lugar del frente que pueda encontrase en peligro, y que por consiguiente la presencia de 250 hombres puede proporcionarle una tranquilidad de la que no goza desde hace tiempo.

Dispone, a continuación, dando con ello ejemplo de su generosidad y afecto a las fuerzas liberadoras, que a las fuerzas defensoras se les distribuya rancho en frío y la comida caliente que estaba dispuesta para ellas se ceda a las tropas gallegas, alegando que éstas llevan varios días alimentándose con rancho en frío y sufriendo intensas lluvias. Asimismo, dispone su alojamiento en los cuarteles, negándose a que realicen ningún servicio durante la noche, con el fin de que puedan operar al día siguiente para descongestionar el cerco que sufre la ciudad.

Dos horas después de haberse producido el contacto de las fuerzas gallegas con las defensoras de la ciudad, entran en ésta el Coronel Martín Alonso y el Teniente Coronel Teijeiro, que, con sus Planas Mayores, han seguido el avance de la vanguardia del Comandante López García, guiados por las banderas blancas que, con figuras de mariscos en rojo, llevan los Voluntarios de Puentedeume. El grueso de la Columna de liberación pernocta en el campo, verificando la entrada en la ciudad en las primeras horas de la mañana del día 18.

0 comentarios