El alzamiento en Oviedo
Fue planeado con antelación a la fecha en que estalló, como parte de una acción general en Asturias. Cuando los Comités del Frente Popular iniciaron los desórdenes, el Comandante militar de Asturias marchó a Madrid a protestar de ello ante el gobierno y Azaña, expresando su convencimiento de que no había autoridades y de que la fuerza pública sería incapaz de contener el alud que se veía claramente venir.
Sin haber obtenido solución alguna satisfactoria, regresó a Oviedo y aprovechó la circunstancia de la entrega de su Bandera al regimiento de Simancas en Gijón, para reunir a la oficialidad de Asturias, exponerle la situación y pedirle tuvieran confianza en él hasta el momento supremo, manteniéndose entretanto en la más discreta disciplina, para evitar pretextos de nuevos traslados y reducciones que debilitaran las fuerzas y su espíritu.
Vista la proximidad de los acontecimientos, se adoptaron en toda Asturias las precauciones siguientes:
1º.- Triplicar la dotación de ametralladoras y municiones de los Regimientos de Infantería de Oviedo y Gijón, instruyendo al personal necesario.
2º.- Dotar de ametralladoras al Grupo de Artillería de Oviedo.
3º.- Trasladar a lugares seguros la totalidad del armamento y municiones existentes en las fábricas, e incluso las piezas sueltas fabricadas, hasta su montaje.
4º.- Dictar instrucciones severísimas a los Comandantes militares y Jefes de fuerzas, ordenando que cualquier Oficial destituyese a su Jefe en cuanto le viese vacilar.
5º.- Reforzar el Destacamento que custodiaba la Fábrica de Trubia.
6º.- Disponer se depositara en los cuarteles de la Guardia Civil todo el armamento de las Corporaciones civiles.
El día 17 de Julio, cerca de la medianoche, tuvo el Coronel Aranda noticias del Alzamiento en Marruecos; y vista la escasez de fuerzas ordenó que durante el día 18 realizasen la concentración sobre sus cabeceras las ocho Compañías de la Guardia Civil existentes en Asturias, cada una de ellas de cerca de 180 hombres. El día 18 inundaron Oviedo las milicias comunistas y socialistas en número de unos 3.000 a 4.000 hombres, todos armados de pistolas, y con 300 ó 400 fusiles y alguna ametralladora de las armas escondidas en 1934. Consultado el Coronel Aranda por el Gobernador Civil sobre la conveniencia d enviar algunos contingentes mineros a Madrid, se manifestó propicio a ello, a fin de librar a la población de esas masas y dar lugar a concentrar sus fuerzas, con la seguridad de que no irían muy lejos, faltos de armamento y mando capaz, y teniendo que atravesar toda Castilla, que se sabía adicta al Movimiento.
Dirigidos y encuadrados por Oficiales rojos de Asalto, salieron aquel día unos 2.000, parte en tren, parte en autobuses requisados, con el armamento precario antes citado, mucha dinamita y unos 200 mosquetones más que les facilitó el Grupo de Asalto, quedando en Oviedo 3.000 ó 4.000 esperando armamento y transportes. Este día 18 se dio reservadamente a la Guardia Civil la orden de incorporar a Oviedo siete compañías, y a Gijón, la octava de su demarcación. El Coronel Aranda fue sigilosamente a Gijón y Avilés para pulsar la situación, trayendo malas impresiones sobre las fuerzas de Asalto de Gijón y las de Carabineros de Avilés, cuyos jefes eran francamente rojos.
El día 19, a las seis horas y diez minutos, llamó el General Mola desde Pamplona al Coronel Aranda, comunicándole la iniciación del Movimiento en Navarra, a lo que éste contestó que se sumaría en cuanto llegase a Oviedo la fuerza en marcha. De La Coruña, jefatura de la Región Militar (General Salcedo), ni preguntaron nada ni dieron orden alguna. Durante la mañana, los Comités del Frente Popular de Gijón y Oviedo requirieron la entrega del armamento al pueblo (10.000 fusiles, 200 ametralladoras, 100 fusiles ametralladores y 2.000.000 de cartuchos). Ante las excusas dadas, pidieron a Madrid se presionase sobre el Coronel Aranda y, sucesivamente, el General Castelló, el General Miaja y el Teniente Coronel Sarabia, en nombre de Azaña, reiteraron la orden, que, en definitiva, se recibió por telégrafo a las 16,30 del 19, en el Gobierno Civil.
Informado el Coronel Aranda de haber llegado a Oviedo seis compañías de la Guardia Civil, creyó llegado el momento de actuar, y se evadió del Gobierno Civil. Trasladándose a la Comandancia militar, dio la orden de preparar las fuerzas y marchó al Cuartel de Pelayo para tomar el mando. Antes dio por teléfono al Comandante militar de Gijón la orden de ocupar en los alrededores de la ciudad las posiciones previstas para dominarla, y el Coronel Franco, Director de la Fábrica de Trubia y Jefe de la guarnición, recibió la orden de defenderla hasta donde fuera posible y volarla antes de entregarla. El Comandante militar de Gijón acogió la orden con absoluta conformidad, y el Coronel Franco ofreció garantizar la defensa, pero opuso reparos a inutilizar la fábrica, por lo que fue reprendido y reiterada la orden.
Una vez en Pelayo, el Comandante militar trató, en primer lugar, de atraer al Movimiento a la única fuerza sospechosa, el Grupo de Asalto, por su mando netamente rojo, y para lograrlo llamó al Comandante Caballero, que sabía que estaba oculto en Oviedo, y le comisionó para sublevarlo y ocupar los centros civiles de mando y transmisiones de la población. Dicho Jefe logró apoderarse del cuartel e inutilizar a los oficiales y soldados rojos. En la Central de Telégrafos llegaron a estar frente a frente las fuerzas de la Guardia Civil y Asalto; pero se evitó la rotura del fuego, hasta que, dominados los oficiales rojos de Asalto, sus fuerzas se sumaron al Movimiento. Al mismo tiempo, las fuerzas del Ejército ocupaban posiciones sobre las carreteras de Gijón y Santander.
El pánico de las masas rojas de Oviedo, al conocer la sublevación del Ejército, fue indescriptible: todos los lugares céntricos quedaron cubiertos de camisas, corbatas, insignias y hasta de armas de los milicianos y simpatizantes, que huyeron de Oviedo en todas las formas posibles, tiroteando a la salida el Cuartel de Pelayo, donde suponían se hallaba el Mando militar. Con escasa resistencia fueron ocupándose los Centros oficiales y posiciones cercanas a Oviedo. El Gobernador Civil se negó a rendirse, procurando organizar la defensa del Gobierno civil, y sólo se entregó cuando le abandonaron las fuerzas de Asalto que tenía consigo. De la Guardia Civil llegaron a Oviedo seis compañías, pues la de La Felguera se concentró e hizo fuerte en su cuartel. La compañía de Gijón se concentró sobre la capital.
A las diez de la noche, Oviedo era ya de España y estaba protegido. El Comandante militar se dirigió a Radio Asturias y desde allí lo participó al pueblo de Oviedo, solicitando su cooperación y ofreciendo armas aquella misma noche a cuantos lo deseasen, repartiéndose unos 1.000 fusiles. Poco después participó el resultado al Coronel Pinilla, Comandante militar de Gijón, quien manifestó se había reunido con la oficialidad y acordado no salir con las fuerzas de los Cuarteles de Simancas y Zapadores de El Coto , para evitar se promovieran fuertes disturbios. Sorprendido el Coronel Aranda por esta decisión inesperada, le reiteró la orden de salir cuanto antes a ocupar la población, representándole los perjuicios que el no hacerlo, o simplemente retrasarlo, ocasionaría, ya que las masas rojas estaban prevenidas y reforzadas por las de La Felguera. Así lo realizó la mañana siguiente, con resultado negativo por defección de algunos mandos y, sobre todo, por falta de oportunidad en la ejecución, quedando las fuerzas encerradas en sus cuarteles y la cárcel de El Coto. La Compañía de Asalto se pasó a los rojos y encuadró la acción de sus masas. El Coronel Franco, Director de la Fábrica de Trubia, de acuerdo con un enviado de Azaña, Comandante Ayza, y utilizando partidas de mineros armados, desarmó con engaños a la Compañía de Infantería de guarnición, y se pasó por completo a los rojos.
En la noche del 19 al 20, se comunicó al General Mola la ocupación de Oviedo y la adhesión al Movimiento. No se tenía noticia alguna verdadera de lo que ocurría en España.
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